El dolor crónico afecta en nuestro país a alrededor del 17% de la población (la media europea se sitúa en el 20%), de acuerdo con las estimaciones de la Sociedad Española del Dolor. Esto equivale a decir que alrededor de seis millones de personas en España padecen este grave problema sanitario. Según esta organización, aproximadamente una de cada cuatro personas con problemas de dolores crónicos están impedidos para trabajar a causa de sus dolencias (neuropáticas, lumbares, miofasciales, oncológicas, cefaleas y neuralgias…), que también limitan en gran medida su vida social, personal y familiar.
Según un estudio publicado por la revista Pain, los dolores crónicos pélvicos, los causados por la xeroftalmia, el síndrome de colon irritable o los dolores de tipo musculoesquelético, persistentes y repetitivos a lo largo de meses e incluso años, pueden tener origen genético. De acuerdo con el análisis llevado a cabo en el londinense King´s College, los genes, además de los factores ambientales, hacen que las personas tengan hasta dos tercios más de probabilidades de sufrir este tipo de enfermedades.
Según los expertos, alrededor de 80 millones de ciudadanos europeos experimentan o han experimentado episodios de dolor crónico de mayor o menor gravedad. Según la Federación Europea del Dolor, una de cada tres personas en el viejo continente que tienen estas dolencias no reciben ninguna clase de remedio o tratamiento paliativo (ni medicinas ni terapias mediante equipos de ondas de choque), y en torno al 40% considera que los medicamentos que reciben no son suficientes para mitigar el dolor. Se cifra en un 3% del Producto Interior Bruto el efecto que el dolor crónico tiene en las arcas europeas. Esto vendría a representar más de 30.000 millones de euros cada año.
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